¡Mierda! Te quiero...


Sus frecuentes piques o enfados, y el silencioso orgullo que conllevan, son un remanso de paz y tranquilidad para una mente incontrolablemente curiosa como la mía. Son momentos perfectos ver una película, leer un libro o un artículo, o escribir un post. Con las locas, los piques no son importantes y si el enfado es gordo, no habrá solución y estaré jodido igualmente, esté ella loca o no.

La inestabilidad emocional que habita en la mayoría de las mujeres tiene mucho que ver con los extraños comportamientos o reacciones que a veces tiene la loca, mi querida loca. Ellas lloran más, ríen más, se enfadan más, se cabrean más, quieren más y la loca es la enésima potencia.

Se caracteriza por multiplicar sus sentimientos, todos. Cuando llora, diluvia. Cuando ríe, tiembla el suelo. Cuando se enfada, las calles se vacían y los niños tienen pesadillas. Cuando besa... 

Es capaz de mandarme a la mierda tan fríamente como para dejarme mudo, como para que me rinda, como para que ni siquiera lo intente. Sin embargo sé que si me acerco y le hago una caricia en la cara, no me apartará, no se reirá, no me partirá la cara y olvidará fugazmente, tanto la discusión que acabamos de tener como quitarse los zapatos, esos zapatos...

Está loca.

Un poco como Emma, o así la imagino.


Fuente Grandpins.com

Siempre he creído en la teoría de que la felicidad está en enfrentarse a los problemas, y superarlos, y qué mejor para nuestra autorrealización que una loca, fuente inagotable de ellos. Fuente inagotable de discusiones tontas y divertidas, fuente infinita de estrés y emoción, una montaña rusa que ni marea ni cansa, ni acaba y una fuente preciosa que nunca deja indiferente. 

Qué mejor para mantener la llama que echarle siempre más leña al fuego.

Mi loca me despierta a las tres de la mañana con pataditas y codazos perfectamente calibrados mientras me destapa lenta y cuidadosamente para abrir paso al frío. No importa ni lo cansada que esté ella ni lo cansado que esté yo. No tengo ni voz ni voto en esta asamblea y si me hago el remolón quizá me pellizque. Lo que sí tengo es la seguridad de que una vez despierto, ya no dormiré más.

Gritará. Gritará pocas veces pero sé que me acordaré de todas. Y cuando lo haga, me callaré, me callaré como un patriarca gitano ante la Guardia Civil y la miraré. La miraré tan fijamente a los ojos que la travesaré, y me quedaré ahí, esperando. No hay fallo. Se callará y pensará. Se callará y tendrá que darme un beso y, sabiendo cómo es, lo hará sin mediar palabra, sin quitar la ropa que hay en el sofá, sin quitar la tele, sin perder tiempo; está loca.

Su afición favorita es tocarme los cojones, en sentido figurado –cerdos– y cariñoso. Me despeina cuando acabo de peinarme, me desata la corbata cuando está en-su-sitio, decide que quiere cambiar de película a los cinco minutos de empezar una o llora tanto con ella que tengo que pararla, me hace cortes de manga mientras me dice "esta noche a pan y agua", siempre quiere escuchar una canción antes de que termine la que esté sonando, tiene ataques de risa incontrolables y dolorosos y lo que un día son unos divertidos calzoncillos colgados de un radiador pueden pasar a ser una puta-guarrada-imperdonable.

Está loca. 




A menudo se arrepiente del sabor de helado elegido cuando ya tiene delante el que ha pedido y –¿cómo no?– me propone un intercambio y si digo que no echará mano del chantaje emocional, la clásica cara de cordero degollado que nos mata, para lograr su objetivo. 

Siempre cambia una camiseta cuando está en la cola para pagar o, directamente, se arrepiente, deja la ropa seleccionada en el primer estante que puede y se va sin comprar nada. 

Tiene tantas pequeñas manías que es imposible enumerarlas. Hay tantas que hasta tenemos algunas comunes. Algunas como las sábanas de la cama bien estiradas y sujetas, el lavabo del baño limpio de botes, maquinillas, bastoncillos y pastillas de jabón –¡Que para eso hay jaboneras!–, o las camisas y camisetas dobladas a su gusto. Pequeñas cosas que desatan el pitbull que lleva dentro pero que no duda en tragarse ella sola, sin molestar a nadie, salvo si me paso de la raya.

Celebra que quede con mis amigos y, o pasa totalmente de mí hasta la gris y resacosa mañana siguiente o, si le apetece verme, me provoca escribiéndome algún insulto, pique o mensaje-genera-celos por WhastApp...


Hola feo
¿Ya estás borracho como una rata no?
Hola borracha!
sí estoy borracho...
y rodeado de mujeres.
Fuck You.
Yo no estoy con hombres...
Estoy sólo con una amiga que está pensando en entrar en un convento, tomando una copa...
Ya sabes que no soy nada celosa y menos de ti!
Pringado!
A ver cómo te apañas durante los próximos....
15 días!
Y como llegues muy pedo, te la llevas!
Tranquila, yo controlo...
Perdona que tarde en responder
Tengo muchas tetas delante... 
No te pases gilipollas. 
Quiero verte 
Fuck you. 
Quiero verte 
Fuck you 
Quiero verte 
Vivimos juntos así que nos veremos pero...
No sé cuando acabaré y estás borracho... Fuck you
Que va! Voy perfecto pero estoy ardiendo... :P 
No me jodas...
Ya sabes que no te soporto borracho!!
Tócale las tetas a una de esas...
Eso sí, aquí no vengas oliendo a zorra
Te arranco la cabeza.
Sólo tengo ojos para ti, morena
pero quizá tenga que tocar una teta
para mantener la temperatura hasta esa hora...
Quizá llegue antes
ojito con lo que haces.
¿Celosa? 
¡Ni de coña! Te dejo que vienen dos o tres amigos...
Fuck you...

Mi loca es la gritona que no quiere gritarme, la introvertida que me deja pasar, la guerrera que no quiere pelear conmigo, la insomne que se duerme encima de mí, la valiente que me cuenta sus miedos, la vividora que por un segundo, aunque sólo sea uno, piensa en su futuro y me ve en él. Mi loca me quiere tanto que soy el único al que hace caso, el único al que pide perdón, el único con el que está tranquila y relajada, el único con el que, incluso, parece cuerda...

Está tan loca que cree que soy lo mejor del mundo.

Está loca y me encanta.

¡Mierda! Te quiero...


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